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Fundamento del Congreso

Desafío 2020: El poder de la Inclusión

 

Los desafíos que las nuevas configuraciones (sociales, históricas, culturales, económicas, tecnológicas, entre otros) presentan a la Educación, colocan a los Educadores en la necesidad de generar nuevas alternativas que tiendan a recrear las prácticas, respondiendo a las nuevas demandas que se plantean desde diferentes sectores. A la hora de pensar la construcción de la diversidad en nuestras sociedades latinoamericanas a lo largo de la historia, la discriminación, la exclusión, el estigma, la dominación, la desigualdad, son sólo algunas de las categorías que resuenan. Mirando la complejidad de las realidades y la multiplicidad de formas de vida, pensar la Inclusión y la Diversidad en Educación lleva a preguntarnos acerca de la mirada hacia el Otro diferente que la Educación ha ido construyendo a lo largo de su constitución histórica, y las estrategias pedagógicas que ha desarrollado, iluminada por estas miradas.

¿Cómo se pueden diseñar, ejecutar y evaluar prácticas pedagógicas que faciliten una educación inclusiva, tendientes a contemplar las diferencias sin profundizarlas?

Para comenzar a buscar respuestas, se advierte la necesidad de la formación permanente de los profesionales de la educación, que diseñen e implementen contextos pedagógicos que faciliten el aprendizaje de todos los estudiantes, considerando su heterogeneidad en cuanto a cultura, etnia, género y discapacidad, así como la intersección de estos aspectos.

Asimismo, desde este Congreso, se ofrece a quien se disponga a la participación, un espacio de análisis crítico de los supuestos culturales y educativos atribuidos a la diversidad. A través de una reflexión crítica y profunda, se invita a reconocer los supuestos culturales que se relacionan con el concepto de diversidad: discapacidad, etnia, género y nacionalidad y su relación con la exclusión de situaciones de aprendizaje de calidad.

¿Es sólo la Educación la responsable de enfrentar estos desafíos en contextos tan cambiantes? La respuesta está a la vista; educar en una cultura democrática implica el compromiso de un sistema que ponga a disposición de docentes y alumnos los recursos y herramientas pertinentes  para la construcción de un pensamiento integro, crítico y ético con el cual pensar realidades variables y consecuentes.

Es por ello que el III Congreso Nacional de Inclusión y Diversidad se inscribe en la búsqueda de nuevos caminos pedagógicos: ello implica una nueva mirada, un nuevo sentido, rupturas e inseguridades con posibilidades de transformación que permitan caminar hacia una Educación Inclusiva que deje huellas significativas en las subjetividades de los educandos y nos construya desde el diálogo y el encuentro en las diferencias y el disenso. Llegar a este punto en el recorrido no significará anclar en terrenos sólidos sino comenzar el tránsito de nuevos senderos movedizos que llevarán, sin lugar a dudas, a otras búsquedas y comienzos.

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